sábado, 6 de octubre de 2012

Crónica de una des- ILUSIÓN (y de amor…)

Deconstruyendo el amor

“Se requiere de mucha desesperación, insatisfacción y desilusión para escribir unos pocos buenos poemas. No es para todo el mundo ya sea para escribirlos o siquiera leerlos.”

(Charles Bukowski)












¿Qué tan mal pudo haber interpretado, decodificado cada movimiento, cada mirada, cada gesto, esta linda muchacha?, aquella joven llena de paz y de amor…
Decido escribir acerca de ella, cual musa inspiradora, tal vez su tristeza y su confusión fue tan perceptible, que ha atravesado mis ojos, mi carne, mis órganos al punto de instalarse en el tuétano de mis huesos.
Dicen que la desilusión es un sentimiento muy profundo que proviene de haber esperado algo con la esperanza y la seguridad de recibirlo y luego sentir que no lo hemos obtenido…
Me acerqué a ella, ofreciéndole un pedacito de papel, para secar las lágrimas que brotaban de sus ojos abatidos, ¡cómo si fuera eso lo que en realidad necesitaba! Bastó solo una mirada para entenderla, ¡cómo si nos conociéramos de otra vida!, por lejos ha dejado en mí el recuerdo de una sensación que jamás olvidaré…
Me aparté, para observarla y no avasallarla.
También dicen, que la desilusión es un sentimiento que proviene de anomalías en la personalidad, pues solo quien acumula y deja crecer grandes expectativas en su interior podrá sentirse desilusionado respecto de algo o de alguien en su vida.
No sé con exactitud cuanto tiempo real trascurrió nuestra conexión con miradas. Lo que si sé, es que ellas me han hablado, me han pedido ayuda, ¡cómo si fuera una experta en estos temas! Sentí mareos, náuseas, me sentí levitar, cual insignificante plumita en este mundo.
Después de ese ¿momento? (que pudieron ser segundos, minutos, años), pude ver con mucha claridad lo que le sucedía. Había deseado tanto algo, que se olvidó de vivir. Y eso les pasa a los soñadores, viven de sueños!, y eso no siempre está bien…
Las caídas estrepitosas, suelen doler. No era una crisis bien definida, ni hacia alguien, su enojo era consigo misma.
Se olvidó de lo lindo que era amar, se olvidó de lo lindo que era sonreír, de lo lindo que se veía el campo soleado por la mañana, y se volvió color gris.
¿GRIS? Eso no está bien (perdón la pausa, me oprime la angustia).
¿Porqué siento este dolor tan mío?
De repente, me recorrió por el cuerpo un frío que me heló hasta el corazón, cómo si este ya no me perteneciera! Y si, se lo han llevado!. Intenté ver si seguía con signos vitales, tomándome con las dos manos, el hueco que había en mi pecho, y no… ya no era mío, ya no estaba en mí. Desesperada, levanté la vista en busca de ayuda, y pude ver a esta muchacha con mi corazón en sus manos.
Me acerco lentamente, con las últimas fuerzas que me permitían seguir de pie y le exclamé: - ¡eso que tienes en tus manos, es mío, me pertenece!
Y la muchacha, suspirando, me dijo:- No recuerdas nada de lo que has dicho de mi? Tanto anhelo, te hizo no amar, y olvidarte. Yo soy un espejo. Un espejo de ti.
Y desapareció.
“Y aunque a veces, me acuerdo de ella, dibujé su cara en la pared”, por las dudas.



Esta no es la historia ficticia de una chica real, sino la historia verdadera de una chica inventada.